Silja durmió tan bien que ni siquiera oyó los rumores del camino que pasaba a pocos metros de distancia de la pared de la sala. Unos campesinos, enterados de la llegada de la nueva sirvienta, quisieron demostrarle sus simpatías, dándole uan serenata. Pero no se trataba de canciones bucólicas, sino que se hablaba en ella de proletarios y de derramar sangre 'si era preciso'. El amo velaba todavía y dijo a su mujer que se había encontrado a dos sujetos con escarapela roja, que marcaban el paso como dos soldados y que no le habían saludado.
-Deben de ser ellos los que están ladrando afuera.
-No; se trata de Kalle y Vithori, conozco sus voces; han olido la hembra -respondió la mujer dando media vuelta.
Al poco dormía ya. Su marido se levantó y entró en la sala y, después de haber comprobado que sus dos servidores dormían se acercó a la ventana y miró al camino iluminado por la luna. Los dos muchachos nombrados por su mujer se alejaban lentamente, pero su canto dejó una impresión desagradable en la conciencia del campesino propietario. Al volverse, miró a sus crados dormidos, y luego regresó a su habitación. Antes de dormirse experimentó un temor indefinible.
-Los pobres son tan numerosos que todo irá al diablo si las cosas se complican. No dejarán de quedarse con todo -se dijo suspirando.
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(Frans Eemil Sillampää, en la novela 'Silja')
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(*) Título añadido
1 comentario:
Un descubrimiento su personalidad, sus ideas, desde Venusyjanobriga enhorabuena por "sus" blog, sus revistas... todo ha surgido por estar preparando una entrada a un "vecino mio" que le repugnan los homenajes y las estatuas callejeras en bronce. A.G. Calvo, saludos
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