Mi nostalgia es algo tristemente incierto: es un espacio enemigo desértico y un concierto de recuerdos.
Aunque son graznidos de cuervos los que se oyen, allá: en el fondo del paisaje de mis sueños matinales.
Pero desde aquí, desde este exilio, mi mirada está en los arenales del sendero de unas tarde calurosas.
Y en las hondas raíces de los luminosos almendros plantados en las laderas de los oteros nevados del invierno.
Colocamos, en el altar de la memoria, a nuestra tierra; y luego, como un deseo de lucha luminoso, en vanguardia primaveral, a los almendros.
Y un deseo: azar de halcones sorprendidos, asesinando cuervos, en un almendral aún deshojado y frío.
Por tanto... se nos adivina, parapetados en la colina, defendiendo la blancura revolucionaria del almendro.
4 comentarios:
Un poema el Valle del Jerte.
Engalanado de nacaradas florecillas entonando a la primavera la mejor de sus canciones.
Un beso desde mi mundo.
Y yo te veo, desde esa atalaya, atravesando la frágil hoja del almendro con tu mirada, mientras el halcón vigila desde lo alto por si alguna presa sucumbe a sus intenciones.
Te he respondido en mi propio blog. Disculpa.
Un beso Talín y bendigo la nostalgía del almendro, que nos regala fantástica poesía de imagenes.
Qué preciosidad!
B.
Publicar un comentario