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Arrebatado, encendido de amor, fascinado por el cuello de mi bien amada, 
he imaginado metáforas poéticas y me he sentido igual a ese cántaro de vino.
El asa que ahí está, ¿la ves?, presa al cuello, la veo como un brazo cariñoso 
que envolvía con sumo cuidado la amorosa cintura de aquella mujer amada.
(*) Una adaptación libre
 
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