lunes, 15 de enero de 2007

Manuel Blanco Chivite: ESCLAVOS NEGROS EN ESPAÑA

Texto para una antología en contra del racismo

ESCLAVOS NEGROS EN TEXTOS DE LA LITERATURA CLÁSICA CASTELLANA

Por Manuel Blanco Chivite

La aparición de los esclavos negros en nuestro país, me refiero a los reinos más o menos agrupados de la Península, durante los últimos decenios del siglo XV, así como los dos siglos posteriores, es materia insuficientemente estudiada. Incluso, con no pocos volúmenes de historia en la mano, podría uno llegar a pensar que la esclavitud negra era una herida presente solo en las colonias americanas, en las que se extendió hasta el último tercio de siglo XIX. Este exiguo conocimiento se extiende o pasa inadvertido, naturalmente, en cuanto a su presencia en la literatura clásica del periodo citado.

Sin más pretensión que anotar o sugerir el desarrollo de un tema que sin duda merece más amplitud y cuidado señalaré a vuela pluma algunas citas significativas.La primera, al del poeta callejero de finales del XV y primeros de XVI, Rodrigo de Reinosa, escritor de numerosos pliegos con los más variados temas.

Las Coplas a los negros y negras y de cómo se motejaban en Sevilla un negro gelofe mandinga contra una negra de Guinea’ aparece en un pliego de Reinosa y, según la opinión de José Mª de Cossío, investigador del poeta, constituyen, muy probablemente, los primeros testimonios literarios’ de la vida de los esclavos negros entre nosotros, traídos por los expedicionarios portugueses de las costas de Nigeria, Senegal y Guinea.
Estas coplas recogen ya el lenguaje hablado de los negros e imitan su personal fonética. Véase el estribillo que dice:

Mangana, mangana,
No tener vino ni chucaracana
…’

Lo que muchos años después veremos en los bardos cubanos como, por ejemplo, Emilio Ballagas (‘Poesía negra’, 1934) y Nicolás Guillén, aparece ya en Reinosa, que nos muestra la existencia de ‘un canto especial de negros’ (J. Mª de Cossío) Un elemento que asoma también en pleno barroco con Luis de Góngora (1561-1627), en algunas de sus letrillas como en la titulada ‘A lo mismo’:


‘¡O qué vimo Mangalena
O qué vimo!...
Toca instrumento
Elamú, calambre, bambú
Elamú
Tu primo sará al momento
Escravita do nacimento
…’

O los versos del negro que aparece en el titulado ‘En la fiesta de la adoración de los Reyes’:

Mechora rey de Sabá
Guan, guan, guá
Morenita de Zafalá’
.

Esclavo negro lo fue asimismo el padrastro del Lazarillo de Tormes. Así se manifiesta en los primeros folios de la genial novela: Ella –nos dice Lázaro refiriéndose a su madre- y un hombre moreno… vinieron en conocimiento… De manera que… mi madre vino a darme un negrito muy bonito…’.

Un moreno’, aclara J. Cejador, era como le decían al negro ‘suavizando el calificativo’.En las comedias de Lope de Rueda tampoco faltan los esclavos negros. Así, Eulalia, en la ‘Eufemia’, Guiomar en la de ‘Los engañados’ y Fulgencia en ‘Tymbria’.

Del mismo modo, Cervantes levanta certificación de este sector esclavizado de la población. Es el caso de Carrizales, ‘El celoso extremeño’, quien, a su regreso venturoso de las Indias, se hace con un nutrido plantel de sirvientes y esclavos. El negro Luis, esclavo ‘viejo y eunuco’ tiene una representación de primer orden en el libro Guiomar, nombre acaso tomado de Lope de Rueda, a quien Cervantes admiraba, es otra de las cautivas de Carrizales. Y ya Cervantes señala, siendo hoy un tópico, la ‘inclinación que los negros tiene a ser músicos’. Alguna aparición de esclavos se dan en esas piezas de Calderón, como en el entremés ‘La cara de los linajes’.Castillo Solórzano en la ‘Garduña de Sevilla’, nos cuenta del personaje Marquina que su fama era corta…: un agente, un muchacho, un esclavo negro… y un ama. Y de Rufina, la protagonista, que ‘compró en Málaga’, una esclava. Negra, desde luego. En las páginas finales de ‘La Garduña…’ se cuenta como Garay, uno de los queridos de Rufina, encarcelado en Toledo, le pide que le redimade las galeras con dar un esclavo en su lugar, que esto se hacía cada día’.

Ya casi para terminar este pequeño abanico de clásicos sobre el asunto, citemos a Quevedo y su romance ‘Boda de negros’, que comienza:

Vi debe haber tres días,
En las gradas de San Pedro,
Una tenebrosa boda
Porque era toda de negros
Parecía matrimonio
Concertado en el infierno
Negro esposo y negra esposa
Y negro acompañamiento…’

La población esclava negra vivió y trabajó también en la Península, se les compró y se les vendió; de nuevo Cervantes (esta vez en el Quijote) dice por boca de Sancho: ‘¿Qué se me da a mi que mis vasallos sean negros? ¿Habrá mas que cargar con ellos y traerlos a España, donde los podré vender, y adonde me los pagarán de contado, de cuyo dinero podré comprar algún título o algún oficio con que vivir descansado todos los días de mi vida?’.

Lisboa y Sevilla fueron un tiempo de los más importantes puertos negreros y ‘donde convenía se apartaban los hijos de los padres, las mujeres de sus maridos y unos hermanos de otros’ (Azurara en su crónica de ‘Conquista de Guiné’)Por lo general, estos esclavos, a diferencia de lo que sucedía en América, no se dedicaban a la producción sino que tenían un carácter doméstico.

La huella de todo ello, como vemos, ha quedado en nuestras mejores tradiciones literarias, desde los pliegos de coplas hasta los grandes maestros del Siglo de Oro.
.
Manuel Blanco Chivite

DEL SUPLEMENTO ‘FONTANA SONORA’, PÁGINAS VIII y IX, DE LA REVISTA ‘CAMINAR CONOCIENDO’ Nº7

No hay comentarios: