Estar solo significa ser más que uno,
O por lo menos, ser más que dos,
Siendo dos el número que más interesa.
Y, a veces, estar solo significa
Que en uno convive una multitud.
Quien una vez ha estado solo
Ha vivido otras vidas a parte de la suyas.
Antiguos ecos golpean sus sentidos.
Lejanas músicas se esconden en su corazón.
Y agitan su alma los ruegos
De mil dioses desconocidos y de piedra.
Quien una vez ha estado solo
Ha recorrido otros caminos aparte del suyo;
Ha buscado descanso en atardeceres helados,
La fuente del olvido en amaneceres floridos,
Seguros, entre arcos de luz nacidos.
Sabe que la línea del horizonte se confunde
Con el cuerpo amado una y otra vez.
Que no hay más tierra que la que se deja atrás.
Quien una vez ha estado solo
Se ha perdido en los pliegues del tiempo.
En largos recuerdos del presente,
Que duerme recogido en nuestro interior,
Como granos de arena en la concha de la mano.
Porque quien está solo no es de ninguna parte.
La geografía es para él un mar infinito.
Huye de la certeza, como un desertor.
Icaro renovado, vuela desnudo a través del aire.
Mas no encuentra templo donde refugiarse,
Ningún jardín donde maduren los pensamientos.
No mira con los ojos de la fe.
Siendo sabio nunca se ha sentido extranjero.
Va y viene, sin moverse siquiera.
Habla sin hablar, pero dice
Que todo lo que es existe y existirá
Cuando lo asimilemos en nuestro interior.
El mejor homenaje al solitario
Es un banco vacío en un parque abandonado.
Rodeado de niños y de pájaros quemados.
Felipe Juaristi
TOMADO DE LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO'
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