Una ventana se abre. Estalla
como un sol de cristal y nace
en la habitación el mediodía.
Ante mí la ciudad encantada se desvela
el el secreto azogue del espejo
y vuelo como un pájaro a las calles,
a una plaza sorprendida de palomas.
Ciudad para buscarme, Venecia
en bodas con el mar de oriente:
ahora que en tí me encuentro y me reflejo,
que poseo la transparencia del milagro
y es una nota perfecta en el mundo,
una armonía común nuestro sentir...
No anotaré este puerto en mis cuadernos
y esperaré a que sus llaves se extravíen
para buscarlo otra vez sin rumbo fijo.
José Pulido Navas es periodista
Caminar conociendo, página 38, nº 7
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